Soledad realiza trabajos en cañuela que sirve para la ejecución de las detonaciones. Miriam Martínez |
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2016 el 11% del total del personal ocupado en la minería es mujer, lo que representó un avance de 3 puntos porcentuales contra la cifra de 2010.
PICAR PIEDRA
Minera La Negra es lo que se lee al entrar al túnel principal. La oscuridad y corrientes de aire natural del subsuelo se hacen presentes. No se ve nada más que las lámparas de los cascos de los compañeros y las torretas de la camioneta que nos transporta. El camino hacia el interior es lineal pero no uniforme. Bordos y charcos menean el vehículo. Conforme te adentras en esa “pequeña ciudad” subterránea se hace visible el tráfico de hombres, mujeres y vehículos ligeros o muy pesados como el jumbo que se mueven en las penumbras en su afán de extraer el mineral.
La Negra se ubica en Maconí, última delegación perteneciente al municipio de Cadereyta, ubicada al noreste del estado y a 141 kilómetros de la capital de Querétaro. La montaña es grande y colorida, donde el verde abunda.
SER MADRE Y MINERA, “TAREA COMPLICADA”
Para Soledad Martínez estas escenas son cotidianas. Todos los días se adentra en la oscuridad para realizar su trabajo. Ella es polvorera, elabora la cañuela y controla el explosivo para la ejecución de las detonaciones.
También es ayudante de operador del jumbo: debe maniobrar el pesado cable de alta tensión de ese camión que se usa para la barrenación (perforación), al mismo tiempo que apalea material para mantener limpia el área.
Soledad es originaria de Maconí, casada y con tres hijos de 14, 11 y 5 años; desde hace 11 años trabaja en La Negra. Desde que abrieron la mina ahí labora. Dice que en esta industria, ser minera y madre es una tarea complicada. Las jornadas laborales, aparte de absorber prologados tiempos, son físicamente desgastantes.
“A veces es complicado por el cambio de turnos y las desveladas. (Mis hijos) se quedan con mi mamá y hermana, son quienes siempre me han ayudado. Somos de Piñones, un rancho cerca de Maconí. Hay que viajar diario para llegar a la mina y de vuelta lo mismo. Mi hija la traigo de un lado a otro, sea cual sea el turno que me toque”, comenta Soledad.
Desde la reapertura de La Negra en Julio de 2006, empezaron a contratar mujeres para el trabajo en la mina a causa de la migración masculina al país del norte, no sin cierta necesidad o desconfianza; de hecho, durante siglos, la minería estuvo marcada por una leyenda: las mujeres no debían pisar una mina. En el caso de la Negra se decía era una mina fémina y se ponía celosa cuando habían otras mujeres por ahí, por ello escondería sus riquezas o provocaría catástrofes. Pero resultó ser completamente lo contrario.
Fuente: https://www.elsoldesanjuandelrio.com.mx