La persona que lo ha encontrado es un experimentado buscador que, durante los fines de semana desde hace una década, emplea su tiempo libre en localizar oro. “No podía creerlo, es algo que encuentras una vez en la vida”, afirma el hombre, cuya identidad no ha trascendido, y que localizó la pepita enterrada a unos treinta centímetros.
Al principio, pensaba que se trataba de basura o de una herradura de caballo, pero cuando excavó un poco más, su sorpresa fue enorme.
“No pensaba que todavía quedasen pepitas de este tamaño”, explica el descubridor. Se espera que el oro alcance un valor aproximado de 168.000 euros.