Las tres máquinas trabajan en equipo para extraer minerales como oro, níquel, cobalto o Zinc en yacimientos a profundidades de hasta 1.600 metros. La idea es que trabajen como si se tratara de minería “a cielo abierto” pero soportando las intensas presiones del agua a esa profundidad. Los tres vehículos procesan el terreno y transportan el mineral en bruto a la superficie hasta un barco factoría que se encarga de procesar los metales. Ninguno de ellos está tripulado.
La idea de estas máquinas triturando el suelo oceánico parece un tanto inquietante, pero desde Nautilus Minerals insisten en que el proceso no genera los contaminantes que se generan en superficie porque los metales son mucho más abundantes y accesibles y no hacen falta métodos químicos para separarlos. Tampoco produce corrimientos en el fondo marino.
Según la compañía, en la zona central del océano pacífico hay campos de mineral de cobre del tamaño de Estados Unidos que podrían sostener la demanda mundial de este mineral para los próximos 30 años.
De momento, Nautilus Minerals ha comenzado la explotación comercial de un yacimiento denominado Solwara-1, en las profundidades frente a la costa de Nueva Guinea. Del éxito de esa primera mina submarina dependerá que la técnica se extienda en el futuro.