La formación de los diamantes no es ningún secreto, siempre que se den las condiciones de elevada presión y temperatura en el fondo de la Tierra.
El misterio es saber cómo las piedras preciosas llegan a la corteza terrestre desde las profundidades para que sean accesibles al hombre.
Según estudio, los diamantes atraviesan la litosfera (capa más superficial de la Tierra) gracias a densos magmas ricos en carbonato.
"Estos magmas son muy especiales, pues pueden contener grandes cantidades de dióxido de carbono disuelto", afirma el director del estudio, James "Kelly" Russell, experto en petrología de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver.
Modelos anteriores sugirieron que el gas del magma aumenta su flotabilidad, ayudando a que llegue a la superficie sin estropear las piedras preciosas.
Los nuevos experimentos muestran cómo el carbonato derretido reacciona con otras sustancias químicas de la litosfera para liberar gas, creando así un mecanismo para acelerar el magma que resulta más probable.
La clave está en el gas
Según Russel, los diamantes naturales se forman bajo los continentes más viejos del Planeta, donde la litosfera alcanza profundidades de hasta 120 kilómetros.
Ahí, un material llamado magma de kimberlita sube al manto terrestre, rompiendo las rocas.
A medida que va subiendo, el magma recoge fragmentos de roca, al igual que el agua arrastra lodo y gravilla. Algunos de estos fragmentos contienen diamantes.
"Sin embargo, las rocas que contienen diamantes pesan mucho, por lo que el viaje del magma se ralentiza considerablemente", afirma Russell.
Pero los diamantes deben alcanzar la superficie rápidamente o se destruirán al pasar por zonas de presión intermedia, donde pueden sufrir oxidación.
Se calcula que para que esto no suceda el magma debe llegar a la superficie en 10-45 horas, viajando a 1-4 metros por segundo.
La única forma que tiene de hacerlo tan deprisa, en opinión de Russell, es que el magma esté cargado de gas, pero nadie sabe de dónde procede este gas.
Una explosión preciosa
En su investigación, Russell y sus colegas descubrieron que a medida que el magma atraviesa las rocas para llegar a la superficie disuelve los minerales ricos en sílice. En los experimentos realizados en condiciones de elevada presión y temperatura el proceso puede ocurrir en pocos minutos.
La mezcla resultante de sílice derretido y carbonato no puede transportar tanto dióxido de carbono disuelto como el magma original.
Por tanto, el gas borbotea y hace que el magma suba todavía más deprisa hasta alcanzar la superficie en forma de erupción.
Mucho después de que el volcán se erosione hasta ser invisible en la superficie, las "tuberías" interiores siguen existiendo, dejando atrás conductos de kimberlita que podrían contener grandes cantidades de diamantes.
¿Una ayuda para la búsqueda de diamantes?
Según Russell, no se sabe si el nuevo hallazgo ayudará a encontrar nuevos depósitos de diamantes.
"Los mineros son muy inteligentes", comenta, añadiendo que la experiencia les permite saber dónde buscar.
Sin embargo, el nuevo estudio puede señalar cómo diferenciar los depósitos de kimberlita que ascienden rápidamente, y que podrían ser portadores de diamantes, de los lentos.
"También puede ayudar a los buscadores de diamantes a explicar por qué sus estrategias actuales funcionan", añade Russell.
Richard A. Lovett.
Fuente: http://scitechdaily.com/
http://nationalgeographic.es/